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MAYORIA, PRINCIPIO O REGLA DE LA

Es la premisa implícita en toda sociedad democrática de que aquellos que tienen a la mayoría del pueblo de su lado deben gobernar y de que las decisiones de la mayoría deben ser aceptadas por la minoría que ha votado en sentido contrario. Requiere que el voto de cada miembro sea considerado como igual al de cada uno de los demás y que ningún voto o decisión de una minoría pueda imponerse a la mayoría. Supone que la minoría puede convertirse en mayoría en un momento dado.

En la antigua Grecia, el principio del gobierno de la mayoría tuvo muchas limitaciones prácticas, pues muchos puestos eran elegidos por sorteo no mediante elección, lo cual reducía el poder de la mayoría organizada o de los grupos de interés, ya que el azar otorgaba a las minorías iguales posibilidades de resultar electas. En el medievo, fue más común la búsqueda de la unanimidad a cualquier precio y que se reconociera que no se podía gobernar en contra de la mayoría. Fue hasta el siglo XVI cuando parece imponerse el principio de la mayoría. Más de un siglo después, Locke expuso la teoría de que el Estado debía basarse en el consentimiento de una mayoría de individuos iguales, tanto como las acciones del gobierno. De ahí, diversos pensadores aceptaron como incuestionable el principio igualitario y su corolario de que la mayoría debía fundamentar las decisiones políticas.



Desde el punto de vista electoral, la polémica acerca de este principio es si se debe permitir la elección por mayoría simple (la votación más alta entre los candidatos competidores, 38% por ejemplo), aunque no represente a la mayoría absoluta de los votantes, es decir más del 50%, lo cual viola el principio del gobierno de la mayoría, o se debe realizar una segunda vuelta, o las que sean necesarias, hasta que alguno de los candidatos alcance la mayoría absoluta. Si el nivel de consenso de una sociedad es alto, no se generan problemas si el gobierno se define por una mayoría simple; pero cuando los países son más heterogéneos o presentan profundas divisiones, no basta la mayoría simple para constituir un gobierno estable y aceptado por todos.

Otro punto de discusión es si el gobierno de la mayoría es el más eficaz para expresar el principio de igualdad, dado que no considera a las minorías o no les otorga algún peso específico en las decisiones que se toman, de modo que en toda votación, por ejemplo, se pierden todos los votos que decidieron por la opción que no resultó mayoritaria. Asimismo, se ha demostrado matemáticamente que el principio de la mayoría no conduce a la satisfacción máxima: Pero a la fecha no hay una alternativa aceptable para sustituir este principio de la mayoría, pese a sus limitaciones éticas y prácticas. Ha resultado más fácil hacer una crítica del principio que ofrecer otro mejor.

Así, el problema histórico de la regla de la mayoría ha sido proteger a las minorías de la opresión de una mayoría tiránica, por eso en algunos sistemas se ha creado la mayoría extraordinaria o calificada, es decir dos terceras partes del total de los votos por ejemplo, y no solamente la mayoría absoluta o relativa, para decidir las cuestiones más trascendentes como las reformas constitucionales. Aunque no se olvida que el principio surgió para proteger a la mayoría de una minoría tiránica consolidada.